Clásicos Modernos: Tudor Pelagos
En esta sección repasaremos semanalmente los relojes modernos que están dejando su huella en la industria, trazando su propio camino, con identidad propia, para transformarse en futuros íconos de sus respectivas marcas.
Cuando entablamos una conversación con cualquier extraño en un asado, generalmente podemos darnos cuenta de que todos, incluso los que no son nerds relojeros, saben lo que es un Rolex Submariner. Si no conocen el Submariner, conocen el Daytona. ¿El Omega de la Luna? ¿El Audemars Piguet Royal Oak? Seguramente también.
Podría decirse que hay relojes que son verdaderos clásicos. El equivalente a un Porsche 911 o unas Converse All Star. Artículos que han permanecido en el universo pop hasta transformarse en parte del paisaje, generalmente aclamados por su diseño atemporal, por ser pioneros en su campo, o simplemente por su belleza innegable. Son los infaltables en cualquier colección, los que generalmente retienen su valor en el tiempo, y los que sus respectivos creadores estrujan hasta el extremo para bañar con una capa de deseabilidad el resto de su catálogo menos comercial.
El problema con los clásicos es que a veces nublan nuestra vista y no nos permiten ver la belleza de aquellos nuevos modelos que buscan romper el molde de lo tradicional y crear un nuevo paradigma en torno a un enfoque de diseño a veces radicalmente distinto, y otras veces muy similar, pero con un atractivo especial. Con la perspectiva que nos entrega el tiempo y su marcha imparable, hoy miramos por el retrovisor y nos damos cuenta de que las últimas décadas, también conocidas como la era moderna, han sido testigos de la creación de verdaderos íconos relojeros que nada tienen que envidiarle al venerado Nautilus. Estos son verdaderos clásicos modernos que han creado su propia receta y que se destacan por haber traído algo nuevo a la mesa que atrae tanto a coleccionistas avezados como a los “casuales” que los veneran en redes sociales.
No fueron diseñados por Genta, no tienen una larga historia, y sin embargo creemos que son la base sobre la cual sus respectivas marcas planean construir su catálogo durante las próximas décadas.
El Tudor Pelagos
Corría el año 2012 y Tudor era una marca en la oscuridad. Por muchas décadas conocida como el hermano menor, o incluso el hermano pobre de Rolex, la marca de la rosa venía en un franco declive, con una colección de derivados de Rolex que no lograban emocionar a los fanáticos y tampoco traían una gran calidad o innovación a la mesa. Pero todo cambió. En una sola movida maestra, Tudor lanzó simultáneamente el Black Bay y el Pelagos, dos colecciones de relojes de buceo que actualmente son clásicos por mérito propio. Pero hoy nos enfocaremos en el Pelagos.
Con un mercado inundado de diseños reciclados con fuerte carga nostálgica, la cara del Pelagos fue algo completamente refrescante que tomó a medio mundo por sorpresa. Dentro de este pequeño tanque de guerra se conjugaron todos los elementos técnicos para armar un diver ultra capacitado, incluyendo la caja de titanio anti corrosivo, la válvula de escape de helio para buceo de saturación, el bisel giratorio unidireccional cerámico y el material luminiscente del más alto nivel. Todo, ejecutado con los estándares de la casa Rolex, con un diseño que hace un guiño a la nostalgia a través de las manecillas tipo copo de nieve, típicas de los Tudor de los años 70, en paquete moderno de 42 milímetros. Si a esto le sumamos el sistema de hebilla con resorte infinitamente ajustable y un movimiento mega robusto como el ETA 2824, cuesta entender como Tudor logró llegar a un precio bajo los USD 5.000.
Lo que la marca hizo fue realmente magistral, creando un ícono de manera instantánea. Sus 500 metros de hermeticidad dejan en vergüenza a un Submariner, y al momento de su lanzamiento, era el único reloj tanto de Tudor como de Rolex en ser fabricado en titanio. Es precisamente este tipo de atrevimiento y ejecución perfecta lo que le estaba faltando a Tudor para renacer, y luego de 10 años el Pelagos no ha hecho más que cimentar su posición como el mejor diver de rango medio y un clásico moderno.
Fiel al estilo Rolex, Tudor ha ido haciendo pequeñas mejoras con el correr del tiempo. En 2016 se suma la versión en azul, un todo realmente especial que destaca contra la estética industrial de la caja de titanio. Otra versión para zurdos llegaría después, varios años antes de que Rolex le “copiara” a su hermano chico esta jugada con el GMT Master “Sprite” en 2022. Entremedio, hizo otro homenaje a su pasado militar, lanzando el Marine Nationale, versión diseñada para los buzos tácticos de la Marina francesa, quienes actualmente utilizan el reloj como parte de equipamiento de servicio. Mas importante aún, el renacer de Tudor trajo recursos frescos para desarrollar sus propios movimientos, en este caso el calibre MT5612, estrenado en 2015, transformando al Pelagos en un producto 100% “in-house”, sin elevar mayormente su precio.
Pero para nosotros, el golpe maestro llegaría muy recientemente, con la introducción del nuevo Pelagos 39, una versión reducida en 39 milímetros que conserva gran parte de las capacidades técnicas (excepto por la hermeticidad, que baja a 200 metros) pero trae las dimensiones a algo más usable por la gran mayoría de quienes queríamos un Pelagos pero encontrábamos el diámetro de 42 demasiado grande para nuestras muñecas.
A diferencia de Rolex, Tudor si escucha a sus fanáticos. Así es como llegamos a hoy, con un Pelagos que si bien no es el pilar fundamental de ventas para la marca (ese sería el eternamente fotogénico Black Bay), es sin duda la familia preferida de quienes buscan algo que tenga el ADN Tudor, sin necesariamente teniendo que mirar al pasado.
Este Pelagos es un clásico moderno con sus propios méritos, y cada año esperamos ansiosos para saber qué variaciones se vendrán sobre esta base que al parecer seguirá siendo fuente de nuevos desarrollos para la marca. ¿Quizás un Pelagos GMT con esferas de colores tropicales? Nadie nos quita el derecho a soñar.