Desde el momento en que decides ponerte el Omega Speedmaster ’57 en la muñeca, estás haciendo más que simplemente usar un reloj; estás llevando contigo una pieza de historia. Este guardatiempo, que ha sido testigo de seis misiones lunares, es un testimonio del audaz espíritu pionero de Omega, una marca que ha definido estándares en la relojería mundial.
La primera impresión que te deja este reloj es su esfera revestida de PVD azul. No es solo un color; es un reflejo del cielo y del espacio, un guiño a las misiones lunares que este reloj ha presenciado. Esta esfera alberga un pequeño segundero a las 9, un contador de cronógrafo para 12 horas y 60 minutos a las 3, un segundero central de cronógrafo y una fecha a las 6. Cada uno de estos detalles ha sido diseñado pensando en la funcionalidad y la estética.
Pero la belleza no termina en la esfera. Un cristal de zafiro resistente al rayado protege este diseño, mientras que el bisel cepillado con escala taquimétrica añade un toque de elegancia y sofisticación. Todo esto está montado en una caja de 41,50 mm de acero noble, acompañada de un brazalete a juego que se siente cómodo y seguro en la muñeca.
En el corazón de este reloj late el calibre Omega 9300 Co-Axial, una maravilla de la ingeniería relojera. Es el primer cronógrafo de la familia de movimientos mecánicos Co-Axial exclusivos de Omega, y ha sido creado con precisión y maestría en los talleres de la marca.
Al usar el Omega Speedmaster ’57, no solo estás llevando un reloj; estás llevando un legado. Es una combinación perfecta de historia, tecnología y diseño. Es un reloj para aquellos que valoran la tradición, pero también aprecian la innovación. Es, en resumen, una obra maestra que merece un lugar en cualquier colección de relojes.