Cuando los primeros modelos Black Bay Bronze se presentaron en 2016, el mercado en general fue testigo de la última evolución de la ya increíblemente popular serie. Tomando todo lo que la gente ya adoraba de la familia de diseño del Black Bay -a saber, su gran caja adyacente a la Oyster, la estética de inspiración vintage, las manecillas en forma de copo de nieve y mucho más-, Tudor ajustó el diseño para lograr una novedad duradera, introduciendo en él un material de caja de bronce, números arábigos en la esfera y algunas nuevas combinaciones de colores.
Aunque se fabrica en bronce, el reloj sigue siendo en esencia un Black Bay, con un montón de curiosidades de inspiración histórica desde el exterior. Como tal, cuenta con una caja de 43 mm por 14 mm, con una gran corona sin protector y 200 metros de resistencia al agua. En la esfera, los mencionados marcadores arábigos son un rasgo distintivo de la serie, y se sitúan en cada posición de los cuartos para una rápida legibilidad dentro de su aspecto, por lo demás, totalmente influenciado por la época. En el interior, el calibre Tudor MT5601 impulsa el reloj de bronce, con 70 horas de reserva de marcha y protegido por un sólido fondo de caja que ayuda a que el reloj se convierta fácilmente en un reloj de uso cotidiano.